Un extraño en la casa

 En una muy tranquila noche, Jon se encontraba descansando en su alcoba. Estaba acurrucado entre sus sabanas y dormía plácidamente. De pronto, un extraño sonido llego hasta sus oídos rompiendo con la apacible calma. Aquel perturbador sonido fue suficiente para despertarlo y sembrar en él un gran temor. Él ya tenía más de un mes viviendo solo en su nueva casa y jamás había escuchado algo similar. 

Jon sé encontraba en una gran disyuntiva, entre dejarse llevar por el miedo o la curiosidad. Luego de pensarlo brevemente, decidió que lo mejor era averiguar la causa de aquel extraño sonido ya que de lo contrario no lograría conciliar el sueño nuevamente. Así que salió de su habitación silenciosamente porque no quería alertar de su presencia al ser responsable de aquel sonido. Recorrió la casa en la más profunda oscuridad sin encontrar nada sospechoso en su camino. 

A medida que se alejaba de su alcoba, su temor se hacía más grande. Su corazón casi se detuvo cuando, de la nada, el sonido se repitió. Al volverlo a oír logró comprobar que aquel sonido no había sido solo su imaginación y que provenía de su recientemente enserada cocina. Paso saliva, respiro hondo y abrió la puerta de la cocina azotándola contra la pared. 

Lo primero que vio a dentro fueron unos fieros ojos verdes que lo miraban directamente, eran tan intensos que parecían querer traspasarle el alma. Con la mano temblorosa encendió la luz y pudo divisar a la temible criatura. Se trataba solamente de un gran gato. Por el tamaño y lo maltrato que tenía el pelaje, seguramente se trataba de un gato algo mayor. Era gris con rayas negras y tenía varias cicatrices en el cuerpo. Era obvio que se trataba de un gato callejero en busca de comida. 

Jon no sabía si debía dejar de temer o no ya que aquel animal era grande y se veía enfadado. Él solo atinó a intentar espantar lo agitando las manos y diciendo “vete, vete gato cochino”. Pretendía que el animal saliera por la misma ventana abierta por la que seguramente había entrado. Pero el gato no se movió, no intento atacarlo ni tampoco huir. Al ver que sus esfuerzos no tenían respuesta, empezó a acercarse al gato. Este se alarmó he intento escapar, pero el exceso de cera en el piso lo hacía resbalar perdiendo parte de su elegancia natural. Sus garras tratando de aferrarse al suelo producían un sonido muy peculiar que resultó ser el que había despertado a Jon.  

Como resultado de dicha situación, Jon se echó a reír y levantó al gato del suelo con algo de temor. Él creía que la fiera lo arañaría, pero lo cargó porque era la única manera de sacarlo de la casa. Para su sorpresa, el gato no solo no lo araño, sino que ronroneo ligeramente. Los ojos del felino ya no mostraban enfado, sino tristeza, una tristeza tan grande que conmovió el confundido corazón de Jon. El decidió adoptarlo y le puso por nombre Bigotón. Así, aquel extraño en su casa se llegó a convertir en su mejor amigo. 

 

 

 

 

 

 

Por Mioné 

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